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“Trabajar individualmente me permite saber lo que el alumno necesita, lo que le motiva y le emociona.” Carme Barba, maestra hospitalaria de Sant Pau

05 · Octubre · 2022

“Espera, vomito y damos clase.” Es la petición que hizo a Carme Barba uno de sus alumnos en tratamiento por cáncer. Hasta tal punto llegan las ganas de aprender y seguir conectados al mundo de algunos niños y niñas con enfermedades graves.

Éste es el octavo curso que Carme Barba trabaja de maestra hospitalaria (el cuarto que lo hace como profesional del Hospital de Sant Pau) y es una experiencia que no cambiaría. “Al principio, me daba miedo vivir una pena constante, pero no. Es un rato de risa, de esperanza. Cuando estoy con el alumno, me olvido de si tiene cáncer u otra enfermedad. Veo al niño, no a la enfermedad.

Carme nos explica que la maestra es muy bien recibida por los pacientes pediátricos. “Añoran mucho la escuela, y es un rato que valoran y esperan con muchas ganas.” Incluso, se ha encontrado madres que le han dicho: “Esta mañana aún no le había visto reír”. Según Carme: “Mi presencia nada tiene que ver con la enfermedad, y eso les aporta aire fresco. A veces me cuentan, y yo los escucho. Además, durante la clase, los padres pueden salir a respirar, y eso es positivo para todos.” Hay niñas que han pasado tanto tiempo en el hospital que incluso han pedido volver para celebrar su cumpleaños “con sus ‘amigas’, que éramos yo, las enfermeras y las doctoras.”

La Fundación Villavecchia trabaja de la mano de la maestra hospitalaria de Sant Pau en aspectos como la decoración estacional (hojas de otoño, motivos navideños...) o en la organización del calendario festivo, como la participación de una castañera para celebrar la fiesta de Todos los Santos o la preparación del Carnaval. “Alrededor de cada fiesta, montamos algún taller para trabajar elementos decorativos. Para mí es importante que no sólo participen los niños, sino también voluntarios, madres y padres. Queremos incluir a toda la comunidad.” Como nos cuenta Carme, estos talleres permiten interacciones lúdicas entre padres e hijos, y representan un respiro entre las constantes interacciones médicas. “Hay que cuidar a los niños y niñas, pero también a los padres, y ésta es una buena manera de hacerlo.” En Navidad, montaron un mural de los deseos, “que fue también un buen punto de relación entre niños y personal médico. También tenemos un espacio de exposición, en el que los pacientes pueden exponer sus obras y manualidades y mostrar al resto de compañeros y personal de planta su cara más creativa. Y, cuando nos dejan, invitamos a venir a magos o cuentacuentos. Es una forma de llevar el exterior dentro del hospital.”

Carme no sólo ayuda a los alumnos a seguir sus asignaturas. A través suyo también se vehicula todo lo que tiene que ver con el ámbito escolar, como por ejemplo si algún alumno quiere cambiar de centro, o si necesita un velador. En colaboración con Ana Belén Bautista e Isabel Albendea, psicooncóloga y trabajadora social de la Fundación Villavecchia, Carme decide qué gestiones hay que hacer y deriva cada caso al EAP (equipos de asesoramiento y orientación psicopedagógica). Además, si uno de los pacientes pasa a necesitar atención del equipo de cuidados paliativos, Carme contacta con Ana Belén, que se encarga de asesorar a la escuela y de “tejer una red colaborativa” entre el centro, el aula hospitalaria y la atención domiciliaria.

Después de una pandemia difícil, con muchas restricciones, limitaciones materiales y sin voluntarios de apoyo, se ha empezado a recuperar la normalidad. De hecho, el confinamiento sirvió para normalizar situaciones que antes podían generar extrañeza, como llevar mascarilla (los niños con cáncer ya tenían que hacerlo antes de que apareciera la Covid-19) o hacer videollamadas. “Antes de la pandemia, había escuelas que encontraban raro hacer una conexión con el alumno con cáncer. Ahora se ha perdido ese miedo y es más habitual hacerlo, especialmente con la tutora. Es importante que el alumno pueda mantener el contacto con el grupo de clase, porque la vinculación afectiva es la más necesaria durante la enfermedad.” Pasada la pandemia, en el hospital también se podrán recuperar actividades como hacer cagar el Tió o celebrar Sant Jordi.

Carme nos explica que, en el hospital, “acabas normalizando dar clase en plena transfusión de sangre o plaquetas. Incluso he bajado a dar clase a la UCI, si lo pide la familia o los profesionales. Aprovecho para llevar un juego o alguna propuesta lúdica. Les cuento un cuento o les propongo algún tema para acabar de trabajar cuando se encuentren mejor.” Como ella misma nos confiesa, ser maestra hospitalaria “es un aprendizaje de vida. Va más allá de la pedagogía; ves la vida, la muerte y los problemas de otra manera.

► Puedes conocer un poco mejor la labor de la maestra hospitalaria en este artículo. Recuerda que también puedes realizar tu aportación a las líneas de trabajo de la Fundación Villavecchia aquí.