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Hablamos con Carme Barba, maestra del aula hospitalaria del Hospital de Sant Pau

01 · Febrero · 2021

“La sensación de normalidad y la expectativa de futuro para un niño tienen mucho que ver con la escuela”

Carme Barba es maestra por vocación. Le encanta su trabajo. Pero en vez de dar clase en una escuela, hace de maestra a los niños/as y jóvenes que están hospitalizados en la planta de pediatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Atiende a niños y niñas desde educación infantil hasta la ESO.


La Escuela para Niños, del Servicio de Pediatría,  se creó en 1.991, es concertada por el Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Cataluña y se rige por un convenio subscrito entre el Departament d’Ensenyament y la Fundación de Gestión Sanitaria del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.

Cuando un niño/a o joven ingresa por un periodo largo en el hospital y no puede seguir yendo a la escuela o al instituto , Carme ofrece a la familia la posibilidad de acompañar la escolarización durante el tiempo que dure el ingreso. “Es totalmente voluntario, la familia puede aceptarlo o no. Si lo aceptan, entonces me pongo en contacto con la escuela y desde el centro hacen un plan educativo individualizado para ayudar a que aquel niño/a continúe vinculado a su grupo clase y pueda seguir el curso escolar a distancia con la mayor normalidad posible”.

Para Carme, tan importante como los contenidos es poder trabajar con ellos de manera individual la autoestima y la autoconfianza; les plantea la situación como una oportunidad para disfrutar del aprendizaje y para repasar cosas que no hayan entendido lo suficiente, reforzar aquello que necesiten y coger seguridad en sí mismos. “En este momento tan delicado se produce un duelo muy grande, porque hay muchas pérdidas; se les modifica la vida y a la entrar en el hospital en su día a día de alguna forma dejan de ser niños/as; y precisamente la conexión con la escuela significa también la conexión con el mundo de la infancia, y la expectativa de futuro y de normalidad para un niño tienen mucho que ver con la escuela; para ellos es básico pensar que la escuela continúa, les es muy importante... muchas veces hay madres que me dicen que antes lloraban porque no querían ir a la escuela y ahora lloran porque no pueden ir”.


En Sant Pau, la escuela se lleva a cabo de manera individualizada y dentro de las habitaciones; la mayoría de hospitalizaciones de larga duración son niños/as que tienen que hacer un aislamiento estricto. Esto hace difícil que haya un espacio de aula hospitalaria como el que hay en el Hospital San Juan de Dios; donde Carme trabajó durante cuatro años. Ahora, la situación de adaptación a las medidas de seguridad en relación a la pandemia hace que estos espacios comunes no sean posibles. Antes de la pandemia se habían hecho espectáculos de magia y cuentacuentos ilustrados; y se contaba con el apoyo del voluntariado hospitalario, que ahora también se encuentra parado y según Carme, se echa de menos mucho porque los niños y niñas lo necesitan.

Justo antes del confinamiento, celebraron Carnaval en el hospital con la temática de Star Wars, y junto con la Fundación a Carme se le ocurrió organizar un taller de manualidad para decorar el hospital en la cual participara todo el mundo; los niños y niñas, los voluntarios y también las familias. Hicieron un proyecto de decoración chulísimo con planetas, y quedó así de bonito! 

Los maestros de hospital no tienen competencia para evaluar, pero muchas veces las escuelas sí tienen en cuenta la valoración cualitativa que hace Carme a la hora de reconocer el trabajo hecho de cada niño/a, y también el feedback de sus impresiones y comentarios sobre cómo han estado trabajando. “Creo que la pandemia también ayudará a tender más puentes entre las escuelas y los hospitales en el sentido de la enseñanza a distancia y de poder establecer más vínculo entre el niño y el grupo clase; pueden seguir conectados más continuadamente on line con la escuela, incluso preparar una exposición conmigo sobre un proyecto que trabajen en clase para explicarla a sus compañeros a distancia, como cuando hay alumnos confinados... es una cosa positiva que hemos aprendido con la Covid, a conectar de forma diferente, también en la escuela”.


La palabra que le viene a la mente a Carme para definir su trabajo es FLEXIBILIDAD: “Te adaptas a todo; a niños y jóvenes en situaciones muy diversas y complicadas, a sus familias; a escuelas diferentes con maneras de funcionar diferentes... tienes que ser muy flexible y ver cuál es la necesidad de aquel momento y cubrirla de la mejor manera posible. A veces entras en una habitación con la intención de hacer una actividad concreta, pero te encuentras con que le tienen que hacer una prueba y está angustiado y necesita que le escuches, o ponernos a pintar los dos o escuchar música; lo que sea... nos adaptamos en el momento”.


Una de las cosas que cree que va bien tanto a los niños como las familias es poder hablar con una persona que no tiene relación con la enfermedad ni con el día a día médico. Con ella pueden hablar de muchas cosas que salen de la realidad hospitalaria, y que los sirven de respiro. Y muchas veces hace actividades con padres e hijos juntos, y se establecen vínculos y se dan situaciones muy bonitas: “Recuerdo por ejemplo un día haciendo una actividad manipulativa con una maleta que nos dejó el Museu Blau (el Museo de Ciencias Naturales), donde a raíz de hablar de un sapo el padre se sumó a la actividad para explicarle al hijo animales que había en Marruecos y que había visto él cuando era pequeño; algo que quizás antes no le había explicado nunca... fue un momento bonito entre padre e hijo que surgió a raíz de una actividad de clase.”.

Cuando acaba el ingreso hospitalario y el niño va a casa pero todavía no puede reincorporarse a la escuela, Carme hace el traspaso de información al maestro domiciliario que se encargará de hacer el acompañamiento escolar desde entonces.  Para Carme, se hace una sinergia muy bonita en entre maestro de hospital y el maestro domiciliario : “es un trabajo conjunto muy interesante, y es muy bonito porque el niño ve que hemos hablado de él y de cómo seguirlo acompañando de la mejor manera, y siente que lo cuidamos”.


Dice que, evidentemente es muy diferente lo que se trabaja en primaria que a secundaria, y que con los más mayores muchas veces se tiene que preparar las materias para ayudarles: “Por las tardes a veces me preparo y hago ecuaciones y en casa se ríen... me parece muy importante también enseñarles mi debilidad para acompañarles mejor, y decirles que me lo pueden contar todo, que podemos ir tan atrás como quieran y que aprovechen la ocasión para repasar cosas que no hayan entendido, para que que cojan seguridad y disfruten a la vez del aprendizaje... ‘Yo lo que quiero es que tengas éxitos’, les digo”.