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XVII Encuentro de Voluntariado en el ámbito Oncológico de la FECEC

19 · Mayo · 2021

“El voluntariado hace que la vida siga respirando” (Begoña Román, doctora en filosofía)

El sábado por la mañana tuvo lugar el XVII Encuentro de Voluntariado en ámbito Oncológico, que cada año organiza la FECEC (Federación Catalana de entidades contra el cáncer), y que cuenta con el apoyo de la Generalitat de Cataluña y la Diputación de Barcelona. Asistieron 150 personas, de diferentes entidades y fundaciones que apoyan con voluntariado oncológico en todo Cataluña.

Dio la bienvenida a los asistentes el presidente de la FECEC, el Dr. Ramón Maria Miralles, que dio paso al consejero de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalitat, Chakir Lo Homrani, que hizo un agradecimiento y un reconocimiento al voluntariado desde el Gobierno de la Generalitat. Habló de que el voluntariado no se puede entender sin acción comunitaria, y felicitó el hecho que esta se ha mantenido con este acompañamiento continuado a familias y a los enfermos/se, facilitando una sociedad más cohesionada. Habló de que los vínculos positivos que una comunidad genera son tan importantes como los recursos económicos, y señaló el voluntariado como un recurso capital en una sociedad.

A continuación, la doctora en Filosofía por la Universitat de Barcelona y profesora de la misma Facultad, Begoña Román, hizo la charla inaugural titulada “Voluntariado en tiempo de pandemia, reflexiones desde la ética“.  

Empezó haciendo referencia a la frase de Ortega y Gasset “Yo soy yo y mis circunstancias”, y habló de la complejidad y la incertidumbre de la situación pandémica desde una interdisciplinariedad, teniendo en cuenta la situación epidemiológica pero también desde la perspectiva económica, social y ética. Desde aquí, incidió en que hacer de voluntario es muy complejo, y reconoció que una condición que nunca hubiéramos imaginado ligada al voluntariado era la distancia social. Tener que convivir con ella ha forzado a las entidades y fundaciones a buscar nuevas formas de acompañar, y a pesar de que se ha conseguido y las pantallas combaten la distancia social, decía que “somos seres físicos y necesitamos un abrazo y tocarnos, e ir recuperando esto y la proximidad poco a poco cuando estemos todos vacunados”. En este sentido, decía que lo que el enfermo oncológico echa de menos es su normalidad, y que hay que crear nuevas normalidades y confiar que podemos hacerlo.

Habló también de la interdependencia de la tarea de la persona voluntaria como profesional no remunerado, y de la aceptación de los límites y la necesidad del apoyo y la ayuda constante por parte de la entidad a la que pertenecen. Hacía la distinción entre la moral, que es vivida y que cambia porque va ligada a los valores, y la ética, que en cambio es pensada y se relaciona con los argumentos y es una reflexión crítico moral sobre estos hábitos: “Necesitamos de ética más que de la moral”-señalaba.

En este contexto, decía que a hacer de voluntario/a se aprende haciéndolo, como ir en bicicleta, y que el cáncer es una circunstancia pero la persona vive; el voluntario responde a las necesidades y la fragilidad de aquella persona en un momento en que sus familiares y amigos más próximos no pueden: “en el voluntariado, cada camino es un trayecto diferente y tú también vas cambiando”.


“La ética del voluntariado, y más en pandemia, es una ética de la justicia y del cuidado”; con esta frase reveladora arrancaba Begoña Román la tercera parte de la charla, donde describió la complejidad de la continuidad de esta tarea en un entorno hostil como ha sido la pandemia: “cuando más expuesta está una sociedad a la suerte, más injusta es”.  Remarcaba que en el voluntariado oncológico siempre se rehuye hablar desde las metáforas bélicas (luchar, ganar la batalla contra...) y que lo que se hace es un acompañamiento desde el reconocimiento, el respeto y la reciprocidad; desde la compasión, sí, pero no solamente; vigilando mucho con no infantilizar, y haciendo un ejercicio de generosidad y de aceptar que se tiene que convivir con la enfermedad: “Si algún día me toca vivirlo, me gustaría hacerlo desde un lugar donde hubiera voluntariado”- decía.


Anna Varderi, gerente de la Fundación Enriqueta Villavecchia, pidió también hacer referencia a todas las pérdidas que no se han podido acompañar durante este tiempo, y Román respondió señalando que era muy importante hacer el duelo no solo por la pérdida, sino también el duelo por la pérdida de oportunidad de no haber tenido suficiente tiempo para hacer el vínculo y para acompañarla.

Agradeció al voluntariado que esté y que continúe desarrollando su tarea: “Aquí venís vosotros, a hacer que la vida continúe respirando”.

Después de una pausa, tuvo lugar el diálogo entre voluntarios dinamizado por el periodista Xavier Solà, director-realizador de “La noche de los ignorantes 3.0”, y con Eduard Sadurní, voluntario de la Fundación Oncolliga Girona, e Isabel Malet, voluntaria de la Fundación Kàlida.

 Hablando de lo que les había aportado este voluntariado en tiempo de pandemia, Isa Malet remarcaba “una mirada más compasiva verso los otros y verso tú mismo, y un poner más la mirada en tú y no tanto en cosas que no puedes controlar”. Eduard Sadurní decía que “la pandemia le había servido “para volverme a situar, vivir más en el ahora y aquí , aprender a gestionar las emociones y ordenarlas y convivir con la incertidumbre de la vida”.


Xavier Solà les pidió destacar un aprendizaje de esta situación. Isabel eligió “vivir más el momento presente” y Eduard “haber aprendido a ser mejor voluntario y captar más rápido cuál era la necesidad de la persona”.


Después de un intercambio de impresiones y vivencias compartidas, el encuentro acabó con la lectura del árbol de los deseos donde todos los voluntarios y voluntarias habían colgado y compartido sus sueños más deseados:


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