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La formación continuada en el voluntariado: hablamos con Ferran Ramon Cortés

09 · Marzo · 2021

“La mejor manera de acompañar la tristeza es el amor”

“En esta vida acabas enseñando aquello que más necesitas aprender”.  Con esta humildad, sencillez y generosidad Ferran Ramon Cortés cuando le preguntas como pasó de ESADE a la comunicación interpersonal.  Ferran es licenciado en ciencias económicas y empresariales, consultor, profesor de comunicación y escritor.  Se dedica al estudio de las relaciones interpersonales y a asesorar en comunicación tanto personal como profesional, y asegura que ha llegado a dedicarse a ello no por casualidad, sino por necesidad personal. “En la agencia donde trabajaba, mi jefe me decía: ‘chico, profesionalmente eres impecable pero irás a la calle por insoportable”.  Considera su gurú y la persona que le ha inspirado a adentrarse en este mundo a  l’Oriol Pujol Borotau, gran amigo de infancia de su madre (de hecho, las dos familias habían pasado juntas la guerra y compartido mucho en su casa, en Barcelona).

Fue precisamente su madre quien en un momento de incertidumbre de motivación laboral de Ferran quiso ponerle en contacto con Oriol, que había viajado a la India  y allí había aprendido todo tipo de disciplinas de crecimiento personal. Vivía a caballo entre Bombay y Barcelona, 6 meses en cada lugar. Durante 10 años, Ferran le siguió muy de cerca haciéndole de asesor en todos sus cursos, y aprendió muchísimo de él: “Era un hombre de una sensibilidad espectacular,  que te hacía descubrir las cosas por tí mismo, nunca de forma impuesta... recuerdo una vez en un retiro en Montserrat, que hablando de un directivo que participaba y que no había conectado con una cosa importante él decía ‘no te preocupes, al tercer día por él mismo se dará cuenta’... y la clavaba!”.

De hecho, dice Ferran que todos los personajes de ficción que él utiliza están inspirados en la figura de Oriol Pujol Borotau: “Él es Max del libro ‘La Isla de los 5 faros’, y también es el farero del cuento del nuevo recurso web de las claves para la comunicación”.  

Recuerda que durante unos 8 o 9 años perdieron el contacto, pero nunca el vínculo que les unía. Oriol murió hace 5 años. Ferran siguió su trayectoria de manera autónoma, pero relaciona mucho el aprendizaje de base de sus inicios con todo aquello que él le enseñó, y está muy agradecido por haberle encontrado en el camino.

Escribir el libro de La Isla de los 5 faros  le abrió las puertas a dedicarse profesionalmente a la comunicación. Aquel recorrido por la historia de las claves de la comunicación se ha transformado en un espacio de suscripción para aprender a mejorar tu comunicación personal, que ofrece una actualización mensual con 10/12 piezas nuevas cada mes y un directo mensual donde se comparten experiencias y recursos. En La Isla de los 5 faros encontramos los 5 faros de la isla de Menorca, y cada faro nos aporta una clave comunicativa en forma de aprendizaje, según aquello que nos guste más: en el Far de Favàritx encontramos los libros, en el Far Punta de Nati los cursos, el Far de Cavalleria contiene los relatos breves, en el Far d’Artrutx encontramos los artículos y en el Far de l’Illa de l’Aire encontramos píldoras para aprender desde la inspiración.

Que sean los faros de Menorca no es por azar. Ferran tiene un vínculo muy especial con la isla desde hace muchos años: “Mi padre hizo la mili allí y se enamoró de la isla. Cuando nosotros éramos pequeños, los primeros años veraneamos en la Costa Brava pero enseguida pasamos un verano en Menorca en un hotelito pequeño y casero de Fornells, y repetíamos cada año... hasta que al cabo de 10 años mi padre decidió hacerse una casa en la isla”.  

En un momento de crisis laboral en que la empresa dónde trabajaba tuvo que cerrar, su padre vio la oportunidad de trasladarse a vivir allí, y unos amigos suyos que se estaban construyendo una casa le pidieron que fuera su contacto en la isla mientras se hacían las obras.  Aquello se convirtió en su nuevo trabajo, y después de dos años de vivir el padre en Menorca y la madre en Barcelona (donde trabajaba como bibliotecaria) su madre decidió poner fin a la distancia y trasladarse a vivir a Menorca con él.  “Mi madre hablaba muy bien inglés, francés y alemán, y se montó unas clases de inglés en el comedor de casa donde enseñaba idiomas a los pescadores, camareros y la gente que tenía que pelearse con el turismo de la isla”.  

Ferran Ramon Cortés es también voluntario de la Fundación Enriqueta Villavecchia des hace 9 años. Su colaboración consiste en ofrecer formación a los voluntarios de la Fundación de forma continua: “Conocí la Fundación Villavecchia a través de Maria Alarcón, gran amiga mía que es voluntaria de la Fundación des de fa muchos años... ella  lo que hacían y me encantaba; un día le dije que quería colaborar de alguna forma y sumar, pero que no me veía con fuerzas para hacer el acompañamiento oncológico, y pensé que les podía ofrecer aquello que sé hacer. Estoy muy contento y agradecido de poder aportar mi granito de arena a entidades que hacen una labor tan admirable”.

Durante el confinamiento, gracias a la FECEC (Federació Catalana d’Entitats Contra El Càncer) el voluntariado de la Fundación pudo asistir a su taller “Acompañar en la distancia”, donde Ferran ofrecía herramientas y recursos para poder acompañar mejor a través de la pantalla y exploraba como sacar el máximo provecho de las habilidades comunicativas a través de la tecnología, a raíz de la pandemia y el confinamiento: “De hecho, las tecnologías han demostrado ser mucho más eficientes de lo que sospechábamos. Es muy fuerte como nuestro cerebro se ha adaptado a ello, es un órgano extremadamente resiliente, y ahora mismo en una videollamada captamos muchísimos más matices comunicativos que al principio del confinamiento, en el mes de marzo.

Al mismo tiempo, sin embargo, remarca que somos seres destinados al contacto personal, y que tenemos que utilizar las tecnologías de forma práctica (para ahorrar tiempo y recursos) pero nunca hacer que sustituyan los encuentros presenciales: “Evolutivamente sería un gran error prescindir de ellas... el encuentro presencial cualitativamente es mucho mejor, y no debería perderse nunca... de hecho, pienso que precisamente desde la pandemia se ha hecho un salto en la profundidad de la comunicación cercana; estamos necesitados de relación y gozamos muchísimo de la excepcionalidad de poder encontrarnos con alguien”.  

Tuvimos la suerte de que se quisiera sumar al Encuentro de Voluntariado de Navidad de la Fundación, hablándonos también del acompañamiento a distancia y de cómo se ha ido modificando.  Dice que uno de los aprendizajes de este tiempo en las distintas formas de conectarse es poner en valor el arte de la conversación y el placer de la conversación profunda, con todos sus matices:  “De la misma forma que una persona invidente tiene una sensibilidad al tacto muy superior a  la de cualquier otra persona, los matices de una llamada telefónica y de centrar la atención en escuchar solo la voz hacen que nos concentremos y captemos muchos más estímulos y matices que en una videollamada, dónde hay voz e imagen a la vez, porque la imagen nos despista y hace que perdamos estos matices”. 

En sus formaciones se aprende a acompañar estando al lado de la persona, sin forzar; ni empujando ni estirando; simplemente estando ahí. También  se  practica la escucha activa dejando que el otro se exprese y  ayudándole a encontrar las respuestas por sí mismo, sin juzgar.  Para Ferran, la pandemia también ha modificado la forma y el lugar desde donde acompañar los diferentes sentimientos: “Por ejemplo,  si a un amigo se le ha muerto el padre, decirle ‘te acompaño en el sentimiento” ahora mismo no tiene sentido, porque no nos podemos encontrar ni acompañar en la enfermedad ni en el momento de morir, en muchos casos...  si, en cambio le explicamos un recuerdo que tengamos al lado de aquella persona, y le hacemos revivir un momento bonito,  le estamos acompañando de una forma mucho más consciente y le llega... la mejor forma de acompañar la tristeza es desde el AMOR”.

Ferran, muchas gracias por ACOMPAÑARNOS y por este vínculo tan bonito que tienes con la Fundación Enriqueta Villavecchia! Tenemos mucha suerte de poder contar contigo!