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Hablamos con Luz Uría, beca de formación de la Fundación Villavecchia en el Hospital Vall d’Hebron

02 · Marzo · 2021

“Hacer de  voluntaria en la Fundación me ha permitido conectar con los pacientes des de otro lugar, lejos de la realidad del día a día en el hospital”  

La Dra. Luz Uría nació en Buenos Aires, Argentina, hace 37 años. Desde pequeña tenía claro que quería ser médico.  Estudió la la carrera en la Universidad de Buenos Aires (UBA), y sin dudarlo hizo la especialidad de pediatría. Cuando era pequeña, uno de sus dos hermanos sufrió una enfermedad hematológica y  (afortunadamente se recuperó),  y ella vivió desde el lugar del paciente y acompañando a su hermano lo que al final ha acabado tratando en su profesión: la oncología y hematología pediátricas. El tercer año de carrera pasó 4 meses aprendiendo esta especialidad y tuvo muy claro que aquello era exactamente lo que quería hacer.

EL último año de carrera había la opción de hacer las prácticas estudiando fuera. La familia paterna de Luz tiene raíces asturianas; su vínculo con España y lo mucho que le gustaban el Mediterráneo y el sol hicieron que se acabara decidiendo por Barcelona. Llegó aquí en el año 2010: “Tenía claro que quería hacer las prácticas en un hospital público, que concuerda mucho con mi forma de trabajar; y Vall d’Hebrón atiende un gran volumen de pacientes en esta especialidad y hace también muchos transplantes de médula ósea, era una gran oportunidad y seguro que podría aprender muchísimo”.

Allí hizo la residencia de pediatría en el año 2011, y conoció al doctor José Sánchez de Toledo,  que en aquel momento era Responsable de Oncología y Hematología Pediátrica del l'Hospital Vall d'Hebron, que es quién le dio la oportunidad de optar a una de las becas de formación que ofrece la Fundación Enriqueta Villavecchia: “Le estaré eternamente agradecida... es una beca de 2 años, super necesaria para poderte formar y a la vez tener  una mínima estabilidad; haces un año de hematología y uno de oncología pediátricas y aprendes mucho... cuando acabas la residencia, muchas veces es complicado el acceso a las becas, tienes que hacer guardias y trabajar por tu cuenta; en cambio, una beca como la de  Villavecchia  te ofrece la oportunidad de trabajar haciendo aquello que te gusta, y coger experiencia desde el diagnóstico y el tratamiento con los pacientes, y ver también cuando surgen las complicaciones dentro de un protocolo de tratamiento completo”.  

A Luz se le otorgó la Beca de Formación en Oncología y Hematología Pediátrica de la Fundación Enriqueta Villavecchia de septiembre 2015 a marzo de 2017.

La beca de la Fundación Villavecchia se plantea como una formación integral en que los becados puedan aprender tanto en el día a día hospitalario como fuera del hospital a través de las actividades y otros espacios de contacto con los niños y las familias.  También en la Vall d’Hebrón, Luz conoció a Isabel Albendea, del área de trabajo social de la Fundación Villavecchia, que le habló de la labor del voluntariado domiciliario y hospitalario, y también del voluntariado de actividades.  Luz ensenguida se quiso vincular como voluntaria, conectando también con esta vertiente más humana y de acompañamiento del paciente des de otro lugar, lejos de la realidad hospitalaria del día a día.  

Ha participado activamente como voluntaria en las actividades y estancias de la Fundación; ha ido a Port Aventura, a la semana de Pas de la Casa en Andorra, y también a las estancias de Barretstown (Irlanda)  y el Dynamo Camp (Italia): “Ha sido preciosa, la experiencia... Barretstown fue mi primera experiencia como voluntaria con un grupo de niños a cargo, y era mucha responsabilidad, ir a Irlanda con un grupo de adolescentes; fue chulísimo! Es fantástico poderles acompañar en este entorno y ver los vínculos y la relación que se establece entre ellos; ver como se apoyan, se dan consejos y se ayudan a reír de los problemas que tienen en común es de las cosas más bonitas que me he llevado”.  

Para Luz, la vivencia emocional de la enfermedad por parte de un niño es muy distinta a la que tiene un adolescente.  Los niños más pequeños se adaptan a todo, e integran la nueva realidad mucho más fácilmente:  “Recuerdo una vez, el caso de una bebé que con 3 o 4 meses se le diagnosticó una leucemia congénita y que vivió en la casa de acogida  para niños/as en tratamiento oncológico de los Xuclis prácticamente hasta los dos años, cuando acabó el tratamiento; y en el momento de volver a Lleida, de donde era la familia, decía que él no quería irse de allí, que aquella era su casa! “.

A Luz le gusta especialmente el vínculo que se establece con los pacientes adolescentes; le gusta mucho el reto de acercarse a ellos, conectar e intentar que confíen en ella, para ayudarles a sostener la situación de la mejor forma posible, tanto a ellos como a su familia:  “Es un momento de descubrimiento de la vida, donde los amigos y la apariencia física son muy importantes... y de repente, cuando eres adolescente y te diagnostican una enfermedad oncológica y tienes que estar mucho tiempo en el hospital tu realidad cambia de forma muy brusca; la experiencia en el voluntariado de la Fundación me ha ofrecido el regalo de que estos jóvenes puedan verme no sólo como a su médico, sino también desde el otro lado, estoy segura que me ha ayudado a acompañarles mejor emocionalmente”.

Cuando habla del vínculo con las familias o los/las pacientes, dice que la línea entre el terreno emocional y profesional a veces es muy fina, que hay que intentar mantener una distancia y a la vez dejar espacio a las emociones sin que te controlen:  “Hay conversaciones muy duras y muy necesarias, pero después de tenerlas  la familia no necesita volver a hablar de ello cada día; muchas veces viven el proceso de la mejor forma posible, desde la vida, incluso hasta el final... Cuando me doy cuenta de que estamos en una situación donde la recuperación no es posible y donde les seguiremos cuidando pero ya no les podremos curar, muchas veces hago el duelo anticipadamente, para poder acompañar a la familia después también desde otro lugar”.

Del tiempo que lleva trabajando en la Vall d’Hebron, Luz destaca en especial como su referente a la Dra. Cristina Díaz Heredia, responsable de sección de Hematología y Transplante del Hospital, que ha sido su mentora y la ha ayudado e inspirado muchísimo, tanto a nivel profesional como personal; le está muy agradecida por todo aquello que ha aprendido trabajando a su lado.

Apostar por la especialización de estos médicos jóvenes es muy importante e imprescindible para seguir avanzando en la mejora del diagnóstico y el tratamiento del cáncer infantil.

Cada vez hay más conexión internacional a nivel de protocolos, se hace mucho trabajo en red donde los profesionales se mantienen actualizados, y cada vez hay también más ensayos clínicos que se abren en distintos centros del estado español: “Cada vez hay  más opciones para pacientes que han agotado el tratamiento tradicional;  sabemos a qué centros médicos de España se está haciendo un ensayo clínico para un grupo reducido de pacientes, y si tenemos un paciente que creemos que podría encajar podemos intentar que entre en el estudio; ahora mismo, por ejemplo, hay en marcha un ensayo clínico de leucemia linfoblástica donde participan muchísimos países”.

Des de la Fundación Villavecchia,  cada año se otorgan becas de formación para médicos que quieran especializarse en el ámbito de la oncología y la hematología pediátricas, a propuesta de los responsables de servicio de los diferentes hospitales.   Actualmente hay becas en funcionamiento en el  Hospital Sant Joan de Déu y en el Hospital de la Vall d’Hebron,  pero el programa se realiza en coordinación con los cinco hospitales de referencia cun los que siempre trabajamos. En total, desde su creación, la Fundación ha otogrado un total de 41 becas en este campo.  

Para Luz, uno de los grandes regalos que le ha hecho la Fundación es su compañero de beca,  Samuel Navarro Noguera, con quién ha hecho mucho vínculo y ha compartido muchas cosas: “Hablamos el mismo lenguaje, nos entendemos muchísimo; él también es muy cariñoso y muy cercano con el paciente y con la familia, y nos hemos entendido desde siempre...  Ahora está en  Palma de Mallorca, y seguimos muy en contacto, conocerle y compartir camino juntos ha sido un regalo, es un crac como persona y también como profesional”.

(Pie de foto: el sentido del humor también nos ayuda a curar)

Muchas gracias por tu energía y tu fuerza, Luz! Tanto haciendo de voluntaria como de doctora en oncología y hematología pediátricas!